Ética y Moral

Mauricio Muñoz Llanos

Una de las problemáticas que ha tenido el hombre consigo mismo a través de la historia, es el hecho de tener la responsabilidad de decidir o elegir en todo ámbito de cosas, esta elección es inherente al hombre y de ésta puede depender actos tan tribales como escoger la ropa que usaremos al otro día, a cuestiones que involucran a sociedades completas. Saber si nuestra decisión es correcta o no es una incógnita que no conoceremos nunca en su totalidad, ya que la opción de una determinada alternativa implica necesariamente la exclusión de otra que se pierde en las consecuencias que tuvo nuestra decisión y en elocuraciones de lo que pudo haber sido la realidad si hubiésemos optado por la alternativa desechada.
Sin embargo el por qué de elegir una alternativa en desmedro de otra puede obedecer a diferentes motivaciones y una de las más poderosas, dada la condición del hombre y validada por la sociedad, es el fin. El fin último es el objetivo al cual, en cualquier orden de cosas, queremos alcanzar; ahora bien, ¿el camino por el cual llegamos es el adecuado?, o ¿el fin es el correcto?. Dilemas como: ¿Qué es bueno? ¿Qué es malo? ¿Por qué es malo asesinar, robar, mentir, etc.? ¿Puedo hacer todo lo que quiero? ¿Hasta dónde puedo obrar sin lesionar los intereses de los demás? ¿Cómo puedo juzgar el comportamiento de otros seres humanos? .
De todo esto trata la ética o filosofía de la moral, que es una rama de la filosofía que estudia los actos humanos en relación con la moralidad, es decir, en cuánto son buenos o malos desde el punto de vista de la moral.
La palabra ética viene del griego ethos que significa “carácter “o personalidad; a su vez, la palabra moral proviene del latín mos que quiere decir “costumbre”. En definitiva, la ética es una ciencia teórico-práctica que estudia los fundamentos filosóficos que regulan la conducta humana. Este tiene una importancia tanto para el individuo como para la sociedad, ya que no hay aspecto de la vida humana en el cual no tenga implicancia lo ético. Las relaciones humanas por sí provocan conflictos de toda clase donde, se confrontan principios éticos que dan fundamento a la conducta de los hombres.
Otro acepción que se le daba en Grecia a la palabra ethos era el de “morada o lugar habitual, patria”, en definitiva, el lugar de donde se viene. Martin Heidegger le da un significado más extensivo a este concepto como: “lugar o manera que el hombre lleve consigo mismo”. Es decir el lugar donde se genera interiormente “una manera de ser” un “modo de ser” que es nuestro carácter. El carácter se forma en la medida que repetimos ciertos actos influidos por el grupo en que vivimos, llámese este familia, clan, comunidad. Hasta convertirlo en un hábito moral. De esta forma la palabra ethos adquiere otro significado: hábitos, costumbres, usos, carácter.
El carácter es lo que nos define a cada uno de nosotros, es el “modo de ser”. Este no lo adquirimos al nacer, no viene con nosotros persé, lo adquirimos en el transcurso de nuestra vida, lo vamos “incorporando”, “apropiando” a nuestra naturaleza, hasta convertirse en parte de nosotros, en nuestra “personalidad” .
Además de esta visión individual que se le da a la ética, ésta tiene un carácter social mucho más amplio de acuerdo a la definición de ethos: “lugar donde vive el hombre”. Este lugar requiere de ciertas características para promover su desarrollo, la más importante es la paz; de lo contrario sería imposible pretender una patria. Por lo tanto la ética tiene una función pacificadora, promoviendo una paz interior y exterior para que el hombre pueda vivir adecuadamente y así tener acceso a la felicidad; máxima aspiración y fin de la vida humana. Esto implica un orden moral entre los sujetos, donde prime el respeto, tolerancia y libertad.
Para alcanzar esta pureza espiritual desde el punto de vista ético, es necesario que el hombre sustente su vida en ciertos principios a los cuales el sujeto subordine su conducta individual. Esos principios constituyen las normas morales y su papel es regular la conducta de los hombres o miembros de una sociedad. De tales principios emanan las virtudes éticas e intelectuales y los valores morales que son, en definitiva, los ejes que dictaminan nuestro carácter e indican cuando una acción es moralmente buena o moralmente mala.
Como dijimos anteriormente, el hombre forma su idea de bien o mal a lo largo de su vida, influido por enseñanzas familiares en los primeros años y reafirmada más tarde por la escuela, iglesia, trabajo o grupo social al cual frecuenta o se desenvuelve. Dado que la ética es una experiencia netamente vivencial e internalizada, el hombre razonablemente en algún momento exige una justificación más profunda acerca de los fundamentos de los actos morales. Se da cuenta que detrás de cada hecho moral se esconde un axioma que dice por qué tenemos que ser responsables de nuestros actos.
Cada hombre desea saber si realmente es bueno o malo, esta inquietud tiene especial importancia cuando existen problemas de convivencia o entendimiento con los demás. La apariencia de una moralidad exterior no basta, ya que el cumplimiento estricto de las leyes positivas no es suficiente para que el hombre se considere moralmente bueno, porque hay actos que se escapan de las leyes, y además, porque no todas las leyes son moralmente buenas, aunque debieran serlo.
Moralidad y legalidad no son conceptos completamente convertibles. La única forma de juzgar si un acto es bueno o malo moralmente, es comprobar si se adecua o no a una norma, y la ética tiene por objeto determinar cuáles son esas normas por las cuales se regula la conducta humana. De esta forma la ética es una ciencia normativa. Da normas para vivir; establece parámetros para juzgar lo que hacemos. Si así no fuera, cada cual haría lo que quisiera.
Toda cultura y toda sociedad necesita de estas normas para poder vivir en paz, armonía y existir como sociedad. Estas normas están orientadas a los valores morales que son los que dan el sentido a lo que hacemos, orientadas a ciertos bienes que perfeccionan la naturaleza humana mediante el ejercicio de actos virtuosos. Y por último, a ciertos fines que el hombre o la sociedad pretenden alcanzar. Por lo tanto, tenemos una ética de los valores, una ética de los bienes y una ética de los fines, como distintos enfoques de la moralidad humana.

ÉTICA GENERAL

Como la ética da normas para regular la conducta humana en general, podemos hablar de una ética general. En ella se distinguen dos grandes aspectos: el objetivo material y el objetivo formal. El objetivo material de la ética esta constituido por los actos, los hábitos y el carácter. El objetivo se refiere a la relación que hay de los actos, hábitos y el carácter con una norma ideal de la conducta humana a fin de considerarlos como bueno o malo.
No todo acto que realice el hombre tiene un carácter ético, para ello debe cumplir tres condiciones:
1. Debe existir el uso de la razón, es decir estos actos deben ser racionales. Los niños, los incapacitados mentalmente, las personas que están en estado dormido, anestesiados o sometidos a schok, etc., no usan la razón y, por lo tanto, no tienen una competencia ética; no son responsables éticamente.
2. Debe haber libertad psicológica que acompaña casi siempre al uso de la razón. No debe existir coacción psicológica para decidir.
3. Debe existir conciencia psicológica, esto es, conciencia de que se esta haciendo algo que puede ser bueno o malo. Esa conciencia es lo que hace al sujeto responsable de sus actos.
Sin embargo, cada una de estas condiciones posee sus propias problemáticas. En lo que se refiere a la razón, no basta con tenerla para ser bueno o malo; hay que usar la inteligencia en un acto deliberado, con un cierto fin o intencionalidad. Sólo así se es responsable.
En cuanto a la libertad psicológica, hay que tomar en cuenta la fuerza interior que obliga al sujeto a realizar determinadas acciones o le impedirían realizar otras.
La conciencia tiene que ver con el grado de responsabilidad que tiene el sujeto. A mayor conciencia mayor responsabilidad, y viceversa. Esto no exime a individuos que se sometan deliberadamente a estados de menor libertad psicológica y de conciencia, como es el caso del consumo de alcohol o drogas.
El hombre es bueno o malo por su voluntad, no por su intelectualidad; por lo tanto la moralidad se fundamenta en la libertad psicológica del sujeto. El hombre tiene que estar por encima de sus fondos instintivos si quiere ser realmente un sujeto ético.

FIN Y CIRCUNSTANCIAS

Toda acción u obra humana, sea la que fuere, se hace con vista a un fin determinado, con una intención. El hombre conoce o elige el fin de sus actos y los medios para obtenerlos, por esto el sujeto obra con plena conciencia de lo que hace. Esta conciencia del acto excluye la casualidad de su acción. El fin o la buena intención puede excusar de alguna forma los errores cometidos, pero una acción no sólo es buena por su buena intención, necesita ser íntegramente buena, y para ello se requieren tres factores:
1. La acción. Si ésta no es buena en sí misma, auque la intención y las circunstancias lo sean, el acto no será bueno. Robar, asesinar no son acciones buenas en sí mismas, por lo que el resultado de ellas tampoco lo será.
2. La intención debe ser buena para que la acción también lo sea.
3. Las circunstancias deben ser buenas para que la acción y la intención se sume a la integridad del acto.
En suma, la integridad del acto humano bueno implica:
1. Una acción buena en si misma
2. Una intención buena
3. Que las circunstancias también sean buenos.
Lo anterior contradice totalmente el pseudo principio ético: “el fin justifica los medios”. Se piensa que un fin noble y bueno purifica cualquier acción que se haga en su consecución. En el mundo de los negocios, política, ciencia o cualquiera que involucre cierto poder o influencia parece estar permitido el roba, chantajear, calumniar, etc. (claro que con nombres muy elegantes en estos círculos) con vista a un fin mayor. Sin embargo, los actos morales que se lleva a cabo para conseguir un fin noble, vicia el acto humano total.
El fin no justifica los medios. No se puede asesinar a una persona para salvar a otra, robar una joyería para regalarle un anillo de brillantes a la polola.
Cuando el fin es malo, el acto humano en su integridad es malo y aunque los medios sean considerados en si mismo como buenos, carece de valor moral. Están viciados con el fin malo con que se les ocupa.
Si el fin es bueno y los medios también lo son, la superioridad moral del fin eleva la moralidad de los medios, independiente del valor moral que tenga el acto humano.
Para finalizar podemos señalar que los medios y el fin deben estar revestidos ambos de bondad moral, esto es, servir para el bien para que tengan real valor positivo en la conducta humana. De lo contrario se puede caer en la tentación de cometer acciones viles bojo la apariencia de alcanzar un bien.
El estudio de la ética reviste especial importancia sobre todo en nosotros, futuros profesionales, que tendremos algún grado mayor de influencia en la sociedad. De nuestras potenciales decisiones y sano juicio se desprenderán actos que tendrán consecuencias en nuestro entorno y pueden determinar el curso a seguir de un individuo, una familia o la sociedad misma.
La ignorancia podría ser la única justificación valida a actos éticamente cuestionables, es por esta razón que dado nuestro conocimiento y educación, tenemos una mayor responsabilidad ante la sociedad y a través de nuestro actuar contribuir a una mejor convivencia, garantizando la paz desarrollo tanto del sujeto como la de los pueblos.

G:J:L:K:

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