Solsticio de invierno
En la cultura de muchos de los pueblos originarios de América, estos días representan el incio de un nuevo año.
Este hecho, marcado por la ocurrencia del solsticio de invierno en el hemisferio sur, anuncia para las culturas ligadas a la tierra el despertar de las actividades que prepararán las siembras para una nueva temporada.
Con ceremonias de purificación, los mapuches, uno de los principales pueblos originario de Chile y Argentina, celebran el Wetripantu, el Año Nuevo indígena.
La celebración comienza la noche del 23 de junio, con una reunión familiar, en la que se cuentan historias tradicionales de la familia, como preparación de la salida del Sol, el 24.
"En el período de epewun, que es antes de la amanecida, hombres, mujeres y niños e invitados concurren al río, vertiente o estero más cercano a bañarse y esperar la nueva salida del sol con el cuerpo y el espíritu renovado y limpio y sintiendo la fuerza del Dios Gnechen."
"Cuando el sol y la luz cubren el espacio visible se dice Akui We Tripantu (llegó el nuevo año) o también Wiñoi Tripantu (regresa la salida del sol). De esta manera en el amanecer del día 24 de junio se inicia otro ciclo de vida en el mundo mapuche y en la madre tierra. Durante el día continúan distintas actividades, según la región. Por lo general es un día de reencuentro, de harmonización y equilibrio de las relaciones familiares".
"En los meses de mayo y junio termina la fase de cosecha o choquellamallu. El 3 de mayo se hace un agradecimiento al Pusi Wara o Cruz del Sur, que rige el calendario andino".
Amautas o chamanes aymaras interpretan el futuro alrededor de una fogata en Tiwanaku, el año 2002: afirmaron que llegó con el augurio de una buena cosecha.
"En junio descansa la tierra. Y el 21 de junio es cuando más se aleja el sol. Los amautas han encontrado el punto clave para que retorne el reordenamiento de la tierra. Originalmente es el marat'aqa, o el agradecimiento al sol y la Pachamama por las cosechas. A partir de ese momento se inicia la nueva siembra. Es el sol que debe dar energía para una buena cosecha".
"Se realiza una ceremonia para agradecer a la Madre Tierra de todo lo que hemos recibido este año. La tierra nos provee como una madre y tenemos que pagar".
En el imperio Inca, para el Solsticio de Invierno se celebraba la fiesta del Inti Raymi o Fiesta del Sol. "Fue la fiesta más importante en tiempo de los Incas. Se celebraba con ocasión del solsticio de invierno -el año nuevo solar- para un pueblo cuyo principal objeto de culto era el dios Inti (el Sol), en la plaza de Huacaypata en la ciudad de Cusco. La importancia religiosa, festiva ceremonial, social y política era tal, que la fiesta se extendió en todo el Tahuantisuyo (el imperio prehispánico de los incas)".
Después de la conquista española, la ceremonia fue suprimida por la Iglesia Católica. Hasta mediados del siglo XX cuando un grupo de intelectuales y artistas cusqueños encabezados por Humberto Vidal, decidieron recuperar el Inti Raymi de la Historia y presentarlo como un espectáculo de tipo teatral, destinado a toda la población de Cusco (Qosqo). Desde entonces, con muy pocas excepciones, ha sido representado cada año, enriqueciéndose y evolucionando por la investigación histórica
LA CEREMONIA DEL INTI RAYMI
En la noche de la víspera del 24 de Junio, (fecha cercana al Solsticio de Invierno) se apagaban los fuegos en toda la extensión del enorme imperio inca, el Tahuantisuyo, y en el Cusco en la gran plaza Huacaypata (hoy Plaza de Armas) se concentraban todos los más brillantes personajes del imperio.
Entre las sombras, la multitud esperaba la aparición del dios Inti ( el Sol) con gran respeto. Generales, príncipes, y toda la nobleza esperaban en profundo silencio; muchos de ellos disfrazados de fieras y otros animales de la mitología andina.
Al aparecer el Sol, expresaban su reconocimiento de tenerle y adorarle por sumo, solo y universal dios, que con su luz y su virtud creaba y sustentaba todas las cosas de la tierra, agradeciéndole por las cosechas recibidas en el año.
El Inca, con la ayuda de los Sacerdotes "inducían" al dios Inti (Sol) justamente cuando llegaba al punto máximo de su lejanía y comenzaba su aproximación al Cusco, a volver con el favor de sus rayos, para fecundar la tierra y para procurar el bienestar de los hijos del gran imperio del Tahuantisuyo. El fuego sagrado era renovado con un brazalete cóncavo de oro que se ponía contra la luz solar, cuyos reflejos se proyectaban sobre un trozo de algodón muy carmenado, el que se incendiaba en breve espacio. La lumbre sagrada era llevada al Coricancha, donde sería conservada por las Acllas.
Durante la ceremonia también se realizaba el sacrificio de una llama para vaticinar el año venidero, luego una gran marcha militar, y al final todos se retiraban y estallaban en algarabía desenfrenada que duraba varios días.
Fuente: Guión Oficial de la Evocación del Inti Raymi, Municipalidad de Qosqo.
Fraternalmente, Nosreg
G:J:L:K.
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